Por Juan Suraci, periodista, especial para Cultura Club.
Ricardo Arjona es un artista ninguneado por algunos, respetado por otros, admirado y querido por miles de fanáticos. Volvió a Mendoza después de muchos años y entregó una noche movilizante, sin guardarse nada.
La previa se vivió a través de las pantallas una recorrida de su carrera por el mundo, como para ir entrando en clima.
Arjona regaló anoche un concierto fantástico colmando largamente las expectativas de un público que no dejó grada sin ocupar en el Arena Aconcagua y que lo ovacionó durante las más de dos horas que duró su show.
Una noche sin fisuras, todos los detalles cuidados al máximo. Escenografía, sonido, luces, músicos, enormes pantallas y él, que se devoró el escenario con su clásico carisma. Manejó tiempos, momentos, jugó con gestos que enloquecieron sobre todo a su público femenino.
El show comenzó a las 22.05 y finalizó a las 0.15hs. En ningún momento se produjo un bache. Solo se tomó un par de pausas para “despotricar” contra la clase política por los dos años de encierro por la pandemia y de paso “castigó” el nacimiento de los influencers o los que hacen couching.
En otro momento defendió al género masculino. Lo hizo con estilo, simpatía, sarcasmo “es el más golpeado de los últimos años. Hoy es más fácil pegarle al hombre por cualquier cosa. Si decís algo de un animal, te pueden hasta meter preso. Pero al hombre pueden pegarle con la cuchara grande” Agregó que “a los hombres se los separa en dos. Los que le gustan a la mujer y los que no. Si en un boliche me acerco a una mujer y le digo he pensado muchas veces como quitarte el vestido. Ahí pueden pasar dos cosas. Que la mujer diga “me avanzó un tipo, pero fue muy dulce y simpático, si le gusta; o llamar al 911 sin no le gusta”. Fue uno de los momentos de mayor ovación de la noche. “Quiero volver a cantar mis temas sin culpas”.
Durante la primera hora cantó sus últimas canciones y a partir de la segunda comenzó con sus históricos hits. Incluso en algún momento tomó la guitarra y le preguntó al público qué temas querían que cantara jugando con su simpatía y carisma.
Fueron 140 minutos de un frenesí impactante. Dejó de manifiesto que no ha perdido la sencillez de un tipo de la calle, de barrio que tuvo que atravesar muchas etapas para encontrarse con este éxito que lo mantiene en vigencia desde hace tantos años.
Como todos los artistas, tiene su público, su nicho y lo aprovecha con un profesionalismo impactante. Las imágenes que acompañaron a cada uno de sus temas en las pantallas gigantes del escenario fueron de un detalle, delicadeza y buen gusto pocas veces visto.
Vivir una noche como la de ayer será de lo más bonito que haya experimentado en muchos años. Fue Ricardo Arjona, el problema no fue hallarte, el problema es olvidarte, manejando un taxi o seduciendo con su impactante imagen varonil. Arjona, algunos lo ningunean, otros lo respetan a cientos de miles nos encanta y lo disfrutamos.